martes, 19 de julio de 2022

Hombres vuelan como pájaros

 


Juan Arenas, el 'hombre pájaro' que vuela a 240 kilómetros por hora

 Antonio CejasSevilla


Este sevillano, ataviado con su traje alado, ha batido el récord del mundo de pilotos volando en formación junto a un avión

Economista y director de un centro de enseñanza, se dedica profesionalmente al salto base afrontando gastos de 30.000 euros al año

"Mucha gente piensa que somos superhéroes, pero somos normales y corrientes, aunque parezcamos pajarillos", dice a NIUS

El halcón peregrino es la ave más rápida, capaz de hacer caídas en picado que rondan los 300 km/h cuando van a la caza de su presa. Como este rapaz se siente Juan Arenas, "sevillano y sevillista", un especialista en vuelo con trajes de alas que acumula sobre sus espaldas casi 2.500 saltos. Amante del riesgo extremo, "pero nunca un temerario", su última gesta ha sido batir un récord mundial.

Junto a otros 16 hombres pájaro de nacionalidades tan diversas como Estados Unidos, Italia, Inglaterra, Rumanía u Holanda, se marchó del 20 al 23 de diciembre pasado al aeródromo de Alvor (Portugal), cerca de Portimao, para intentar la formación más grande de pilotos con trajes de ala junto a una avioneta. Y lo lograron, aunque debieron esperar a que la meteorología acompañara.

Para batir el anterior récord, en el que formaron diez personas, contaron con dos avionetas traídas expresamente de Alemania: una Pilatus Porter (de origen suizo y preparada para volar a bajas velocidades) y una Caravan (algo más grande y en la que caben 15 paracaidistas). 

Juan recuerda para NIUS los tres minutos que, aproximadamente, emplearon los 17 pilotos en grabar sus nombres en la historia: "Salimos a 15.000 pies de altura, 4.600 metros, con los dos aviones en paralelo. Tardamos unos 20 segundos en juntarnos y en hacer una formación. Después, el avión perdió algo de altura para que nos pusiéramos un poco debajo y pudiéramos atacarlo, y entonces entrar por el ala izquierda. Así se evita el cruce de pilotos en el aire. Dos minutos y pico duró nuestro vuelo junto a la avioneta y, finalmente, otros 20 segundos de separación. El último paso fue la retirada y todos nos separamos para abrir cada uno su paracaídas de manera segura".

A semejante altura y con velocidades entre 170 y 240 km/h., todo está milimétricamente medido. "A mí, por ejemplo, me tocaba estar cerca de la rueda del avión en una posición de mucha responsabilidad. Si me movía un poco, se lo trasladaría a toda la línea de pilotos que tenía a mi derecha y generaría mucho peligro", cuenta este economista y director de un centro privado de enseñanza, de 42 años.

El solo hecho de oír su experiencia da vértigo. También, hace evocar imágenes y sensaciones que Juan Arenas describe. "Es la libertad máxima. El estado mental en el que uno se encuentra en ese momento debe ser muy parecido al que te proporciona la meditación, con esa capacidad de dejar la mente en blanco y creer que no existe nada más. Se congela el mundo", resume.

 


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